Juana


(Fragmento de Verde Manzana)

Juana es una rebelde, una revolucionaria. Juana no va a llegar a ningún lado, porque ella escucha rock nacional y lee libros importantes, de autores famosos, y no una revista cuyo ochenta por ciento está repleto de publicidades.
Juana grita y ríe cuando está feliz, y llora cuando alguna situación la sobrepasa. Es tan alta que se la puede llevar en el bolsillo, y tan pequeñita que tapa el Sol.
Tiene manitos chiquitas y blancas, y cuando las mueve atrae la atención de todos los presentes. Tiene ojos grandes y vidriosos, de pupilas de caramelo, que reflejan el fuego y los rostros de todos los que ama.
Juana habla conmigo por teléfono y en sueños. Y así, cuando la escucho, todos esos malditos kilómetros que nos separan desaparecen, y volvemos a estar frente a frente, codo con codo, corazón con corazón.
A veces es artista, cuando llama la atención de los seres humanos, convirtiendo a todos en espectadores; a veces es ciega, cuando en las tantas pisadas del mundo se deja convencer por la gente externa y no se da cuenta de todo lo que vale. A veces es amiga, cuando escucha y abraza, incondicional, y a veces es Juana, con tantos comportamientos, sentimientos, emociones, secretos y bailes que es completamente imposible describirla.
Juana habla de la persona que ama y su voz se dulcifica, sus ojos se hacen más grandes todavía y se acurruca como una niña, a la hora de hablar de su cuento preferido.
A veces pienso que Juana es mi hermana. A veces ella también lo piensa. Nacimos de dos mujeres completamente distintas entre ellas, somos hijas de dos hombres que quizá jamás tengan algo en común, y nos criamos en dos mundos paralelos pero alejados, separados por un río y un montón de ideas. Pero sé que en su interior late un corazón tan rápido como el mío, sé que su sangre es tan roja como la mía, sé que tiene un pequeño pedacito de mi alma en su interior, del mismo modo que yo tengo un trocito de la suya en mí.
Suelo pensar que Juana no existe, suelo creer que es tan perfecta que a lo mejor es un producto de mi imaginación. Es sólo cuando leo sus cartas, miro nuestras fotos y escucho su voz, aunque sea por un tubo, que me convenzo, de que hay una Juana en cada ciudad, en cada persona, en cada corazón. Hay una Juana en cada estrella que haya creado la Galaxia.
Hay una Juana rebelde, gritona, aniñada, adulta, artista, amiga, hermana, delicada y perfecta, en mi corazón. Y deseo, muy profundamente, que jamás salga de ahí.

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