Paz.

El Cielo estaba pura y enteramente Celeste. Tirada en el suelo, entre el verde suave del césped nuevo, pude probar con todos los sentidos el regalo que la Primavera me daba. Encima mío, infinitas ramas débiles pobladas de hojas se movían furiosamente, cantando con el Viento. Por un momento tuve miedo de que se me cayeran encima. Y cerré los ojos, sintiendo el Sol sobre mis párpados, y sonreí al descubrir que ésta era la Tranquilidad.
Lentamente fui siendo víctima del Sueño, atrapada como estaba, entre el viento y mi alma, en el canto silencioso del verde. 
Que se detenga el Mundo ahora. Que se congele todo tal cual está y pueda vivir este ensueño por siempre. Ya curé mis heridas, ya tuve mi cuello y mis labios amoratados. Déjenme ser acunada por el Sol y el suelo, y soñar con el Sueño de los Justos...

Manzana*