Un detalle menor.

Hace un mes casi le contaba a un amigo que si tenía que ir a algún lado salía una hora antes, y que no entendía por qué llegaba 20 minutos antes, casi siempre, a cualquier lugar.
-¿En serio no sabés?- Me preguntó, o algo así.
La verdad que no. Nunca se me había ocurrido.



Qué extraño poder logra el tacto, como si una vez que los cuerpos se han hablado, el encuentro de la mente es otro, nunca más retoma el cauce anterior, a aquel momento exacto y preciso, al previo en que la respiración latió. Un tipo determinado de sospecha desaparece y lo reemplaza una inapropiada posesión, un desvío incalculado. Su boca era definitivamente otra.

Cultura es todo lo que se puede construir entre el polvo y las estrellas. ¿Te das cuenta del espacio enorme del que disponemos?

El cortocircuito que llegó a producirse entre ambos fue insalvable, el diálogo y la amistad, que les había dado calidez dejó de ser posible. El derrumbe seguro enfrió sus existencias para siempre.

Pienso también que desearía tocarlo apenas, una mano en su rostro, suavemente. Un pensamiento o deseo, al no ser muy dulce, puede poseer realidad, me atrevo a anhelarlo porque es pequeño.