Imágenes acústicas

El recuerdo se compone de algo más que una simple imagen, no es un video en movimiento y silencioso. Pero nunca nos damos cuenta. Sólo cuando sentimos el aroma a tierra mojada recordamos algo vivido años atrás, donde la tierra y la lluvia formaban parte de la situación. Y no antes.
Esos recuerdos, profundos, donde alguna sensación funciona como disparador, son los más hermosos y los más nostálgicos. Una daga invisible se clava en el corazón.

Hoy recordé algo. No fue algo en específico, fue toda una etapa de mi vida.
El cielo estaba oscuro y no se veía ninguna estrella. Un viento leve hacía soportable el calor. Se sentía el olor del pasto, de las flores. Había mucha gente, riendo, festejando.
Quise volver a ser una niña, correr entre la gente, jugando, sentir la brisa en el cuerpo y dar vueltas hasta que todo se convirtiera en un remolino de colores.
Pero esos tiempos jamás volverán.

Sesenta noches y cero días

Ya son sesenta las noches en las que te sueño. 
Esas noches estás conmigo, a mi lado, y eso es lo más maravilloso del mundo. ¡Cómo me gustaría que puedas acompañarme de esa forma en el mundo real! 
Pero en el mundo real no estás, de tu mundo y el mío no queda nada más que un poco de humo, un puñado de fantasías.
Muchas mañanas no me quiero despertar, gana más el deseo de volver a verte, vivo, aunque sea en otro mundo, en una realidad inventada.
¿Es mi cerebro el que te crea, o sos vos el que vuelve, de alguna manera, a mi lado? ¿Qué significan esos abrazos tan reales por las noches, pero que al amanecer se esfuman?

Ya no puedo abrazarte. Ya no puedo verte, ni hablarte, y es en vano buscarte. Se forma un nudo en la garganta cuando veo mis manos vacías.
Sólo me queda un pequeño consuelo al saber que, la próxima vez que cierre los ojos, vas a estar conmigo.