Esos recuerdos, profundos, donde alguna sensación funciona como disparador, son los más hermosos y los más nostálgicos. Una daga invisible se clava en el corazón.
Hoy recordé algo. No fue algo en específico, fue toda una etapa de mi vida.
El cielo estaba oscuro y no se veía ninguna estrella. Un viento leve hacía soportable el calor. Se sentía el olor del pasto, de las flores. Había mucha gente, riendo, festejando.
Quise volver a ser una niña, correr entre la gente, jugando, sentir la brisa en el cuerpo y dar vueltas hasta que todo se convirtiera en un remolino de colores.
Pero esos tiempos jamás volverán.
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