Eternamente

Esa noche se quedó mirando el infinito, mientras las volutas de humo se disolvían al entrar en contacto con el viento. Se sentía completamente perdida, nunca le había pasado esto, bueno, sí, pero lo tenía tan reprimido que no se acordaba. 
Y mientras se caían las estrellas para un solo lado, se dio cuenta de que no era lo mismo que otras veces. Sentía compasión, y mucho cariño, pero un cariño fraternal, de amistad, familiar, pero era tan grande que la confundía y la angustiaba. 
De repente se sintió pequeña, insignificante, de repente todas sus crisis, enfermedades, peleas, desgracias de su vida le entraban en la palma de la mano. No sabía si sentirse feliz o triste por esto, porque había hecho una comparación: porque él le había demostrado que había cosas peores,  porque él le había demostrado que había que seguir adelante y tener una sonrisa inmensa en la cara todo el tiempo, porque él hacía todo esto pero no se daba cuenta. 
¡Cuánto humo salió de su boca esa noche! 
Hubiera dado su vida por un abrazo. Sólo eso.
Él le había dicho que tenía que aprender a vivir con eso. Ella sin darse cuenta ya estaba aprendiendo, el pasado le había enseñado que al querer a alguien a veces se tiene que dar un paso al costado, y celebrar sus alegrías de lejos, viendo crecer la luz dentro de la oscuridad, sabiendo que nunca iba a ser partícipe de esa luz, pero que al menos podría admirarla desde lejos y unirse al festejo colectivo de cuando alguien logra ser feliz y deja de estar solo. 
"Quizás", pensó, "quizás a veces uno quiere mucho a alguien, pero no tiene que formar parte de su vida en ningún sentido. Quizás me equivoqué de tren."
Había logrado su meta mayor, eso que esperaba tanto; no, no era un abrazo, era mucho mejor, era un lazo, un lazo de amistad o de principio de eso.
Mientras el azul se hacía violeta, ella hizo un recuento de sus amores. Todos tenían algo en común, eran parecidos en mente, o en problemas, o en ser parecidos a ella. Y mientras recordaba se dio cuenta de que ya no sentía absolutamente nada por ellos, de que tenía miedo de amar, porque ellos la habían marcado, le enseñaron que hasta las mejores personas tienen mucha maldad adentro.
No cayeron lágrimas de su rostro, pero tampoco sonrió.
No. Definitivamente no estaba enamorada.

2 comentarios:

Patota dijo...

Gurisita, reconosco algunas cosillas por ahi, pero la historia en si, es muy buena, segui metiendole pilas a esto que vas por buen camino.

IndianaManzana dijo...

Gracias Facu! :D