Cuando un amigo se va. ♪

Tres días después de la muerte de Sebastián, soñé con él. Estábamos reunidos con nuestros amigos, o quizá no; era de noche o de madrugada. 
Sólo recuerdo que yo pensaba que había vuelto en el tiempo, y que desesperada intentaba avisarle, prevenirlo, rogarle que no se fuera. 
Entonces tomé su mano, para que no me deje todavía, para despedirme, para demostrarle que estaba con él. Sebastián, más joven que nunca, con su cara nueva y sana, me miró a los ojos. Tenía mucho miedo de su propio destino, ya sabía lo que le iba a pasar.
En ningún momento nos hablamos. Yo sólo sollozaba.

No hay comentarios: