Pequeño cuento insomne sobre la locura

Me pregunto cuándo decide una persona que está loca. Cuándo la fantasía inocente se convierte en enfermedad mental y hay que hacer algo al respecto. A lo mejor las personas viven locas toda su vida y nadie se entera. No es necesario babear y escuchar voces. Esas cosas ya son efectos especiales.
Más de una vez he querido empezar terapia. Siempre encuentro novecientas noventa y nueve razones por las que debería ir; pero cuando empieza la búsqueda del profesional más barato y me recomiendan gente, me olvido repentinamente de mis razones y ya no sé para qué ir. Y no voy, si ya no tengo motivos.
Por otra parte, es difícil confiar en un extraño. Uno no puede llegar a una consulta psicológica o psiquiátrica y decir, así como así: "no te conozco, pero te contaré todo acerca de la vida privada de mi familia, acerca de mi vida sexual. ¡Si hasta puedo contarle mi más oscuras fantasías y revelar mis deseos de golpear la cabeza de mi madre contra una pared hasta que muera! Prepárese un café, abordaremos un viaje asombroso por mi psiquis."
Además, ¿cómo somos capaces de dejar el veredicto final sobre nuestro nivel de cordura a alguien así? Alguien que aprendió que si fuma o le gusta morder los lápices, seguramente tiene una fijación con algo no superado sobre la etapa oral (o algo así). Alguien que aprendió los mecanismos de la familia, pero la de hace más de cien años, cuando todavía era Sagrada Institución y el niño se criaba con un mínimo de treinta parientes (los más "cercanos") a su alrededor. ¡Alguien a quien le enseñaron que si de bebé lo limpiaban y bañaban mucho, de adulto tendrá problemas para defecar!
Creo que ellos están más locos que nosotros. Ellos, que aprenden que el noventa por ciento de la población fue abusado sexualmente en la más tierna infancia por algún pariente lejano, o bien un familiar se suicidó frente a sus ojos. Creo firmemente que los psicólogos y psiquiatras son bombas de tiempo. Mejor sería que nos analizara una máquina. Para ellos, todo tiene una explicación lógica y nada agradable, y no dejan lugar para la magia.

Creo que la única razón por la que no terminamos todos internados es porque todavía conservamos la capacidad de sentirnos únicos en el mundo. Pero no en un sentido bíblico, religioso, diverso o de ADN, sino en un sentido narcisista. Debería existir alguna fórmula que le baje el egocentrismo a la humanidad. Yo inventé una. Lea, querido lector, y siéntase identificado con lo que digo (usted y millones más):
"Yo soy único/ca en el mundo. Soy el único con un alma y mente terriblemente profundas en medio de este mar de superficialidades. Yo siento cosas que los demás no sienten, pienso cosas que nos demás no piensan, veo cosas que los demás no ven; y ésto es porque yo y sólo YO fui dotado con los mejores dones de la naturaleza, de la humanidad. Tengo un pasado o un secreto muy oscuros, que nadie entendería nunca, porque son cosas muy complejas y las personas a mi alrededor son demasiado estúpidas para comprenderlas.
Probablemente sea el mejor escritor / pintor / cantante / fotógrafo / bailarín / filósofo del mundo, soy un talento escondido y excepcional, me he comparado con otras personas, y a mi lado todos son mediocres.
Mi familia no me entiende, en mi escuela / trabajo / universidad soy un incomprendido. Sólo mis amigos pueden entenderme a veces, porque somos superiores, y creo que soy secretamente admirado por todos. Soy el mejor. Tengo una verdad que decir o demostrar, y sigo en el mundo por eso: porque aunque no sepa ni qué es mi verdad, algún día tendré que decirla o demostrarla, y le haré el favor a los demás de iluminarlos. Porque yo sé y los demás no."
Podrían hacerse folletos y repartirse por todo el mundo. Podría leerlo una persona, o diez, o mil, y sé que todos o casi todos se sentirán identificados con estas afirmaciones.
Es por eso que seguimos libres. Porque todos somos demasiado estúpidos. Como cada uno de nosotros  se cree superior, por lógica el resto de la humanidad se encuentra varios escalones más abajo. Imposible diagnosticar locura a millones y millones de personas.

Y yo, no sabiendo muy bien si me sigo creyendo superior o no, puedo decir que paso de estas afirmaciones, rescatando sólo dos, que creo esenciales: es totalmente cierto que cada persona es única en el mundo y que todos tenemos alguna verdad que decir. A eso le agrego que nuestra vida, o mejor dicho, nuestra existencia en todas sus formas, es una escalera de caracol que asciende. 
Todos somos únicos y es ésa diferencia la que nos hace a todos exactamente iguales. Excepto a los psicólogos, claro, que viven obsesionados con el deseo sexual a los cinco años.

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